El Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) proporcionará a las autoridades de Uzbekistán 250 millones de dólares para la implementación de un programa de transición hacia una economía de mercado «verde» y sostenible. Esto lo informa «Gazeta.uz» citando al servicio de prensa de la institución financiera internacional.
Según la información del AIIB, el Banco Mundial actúa como socio en este proyecto, aunque no se especifica el monto de la inversión de esta entidad. Se sabe que el programa está completamente alineado con la Estrategia para la transición de Uzbekistán hacia una economía «verde», planificada hasta 2030, así como con los compromisos del país centroasiático para reducir emisiones.
El proyecto permitirá al gobierno de la república construir un sistema de gestión más eficiente, mejorar la efectividad de los organismos estatales y fortalecer la resiliencia del país frente a los riesgos climáticos.
Como se señala en el comunicado de prensa del Banco Asiático de Inversión en Infraestructura, entre los pasos clave del programa se encuentran el aumento de la transparencia y eficiencia en la gestión energética, la implementación de normas de contratación pública con enfoque climático y la creación de regulaciones claras para la emisión y circulación de créditos de carbono. Todos estos procesos se basarán en un sistema de monitoreo y reporte, lo que facilitará la atracción de inversiones privadas.
«El programa refleja el compromiso del AIIB de apoyar reformas en Uzbekistán que puedan garantizar resultados climáticos y económicos sostenibles. Esperamos continuar la estrecha colaboración con el gobierno de Uzbekistán en su camino hacia la transición 'verde'», destacó el director de inversiones del banco (región 2), Konstantin Limitovsky.
En términos prácticos, se espera que el uso racional de los recursos y la implementación de soluciones energéticas más limpias contribuyan a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, la mejora de la calidad del aire y el aumento de la resiliencia a los riesgos climáticos.
Además, un mayor acceso a tecnologías energéticamente eficientes debería reducir los costos de energía y mejorar las condiciones de vida de la población, especialmente de los grupos vulnerables.



